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sábado, 3 de enero de 2009

El mayor espectáculo del mudo


maquillaje

"Algunas noches, el payaso más antiguo del circo sufría pesadillas horribles. En la oscuridad de su caravana, todas las carcajadas que había despertado al público de cinco generaciones retumbaban en su cabeza, trenzándose en una migraña única e intolerable. Entonces se levantaba para abrir la ventana y respirar un poco de aire fresco, acariciaba con resignación su calva repleta de viejos chichones y bebía un trago de ginebra.

Soñar era más sencillo así: En la próxima función cambiaría su pistola de agua por la que guardaba el domador de tigres bajo la capa y podría reír a gusto ¡Qué exquisito placer debía sentirse disparando sobre las caras deformadas de los espectadores! ¡Seguro que no volvían a burlarse de él!

Al amanecer, los tigres empezaban a gruñir en las jaulas cercanas con un bramido ronco y desesperado. El payaso, entonces, se sentía más cerca de las fieras que de ningún otro ser vivo, como si los grandes gatos le animaran a cumplir sus planes, para poder cobrarse así su propia venganza."

Texto de Fernando Marañón

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